Hasta hace pocos años, Valladolid era un destino en el que la gente hacía una pequeña parada cuando iba de Mérida a Chichén Itzá, pero hoy se ha convertido en un destino que hay que visitar Este pueblo mágico, colonial atesora un sinfín de joyas dignas de conocerse.
Comenzamos por “el zócalo”, la plaza principal de la ciudad. Visitar la Plaza Francisco Cantón Rosado es una de las mejores cosas que hacer en Valladolid.
Antes de la llegada de los españoles en 1543, se ubicaba en este mismo lugar una pirámide maya, la cual fue demolida y con su piedra construyeron los edificios que la rodeaban. Dos de esas construcciones aún están en pie: la Iglesia San Servacio y el Palacio Municipal.
El zócalo de Valladolid, en Yucátan es un lugar excelente para sentarte en las particulares sillas confidentes, que se crearon para que las parejas de novios puedan verse a los ojos mientras platican, con distancia de por medio, a la vieja usanza. Aquí puedes disfrutar de una tarde tranquila entre vendedores ambulantes, niños sonrientes y jaranas yucatecas, goza de su actividad mientras disfrutas comiendo una marquesita de los puestos ambulantes (crepe con distintos rellenos dulces y queso).
La Iglesia San Servacio es uno de los principales símbolos de Valladolid, no solo por su importancia religiosa y arquitectónica, sino también por su historia.
Calzada de los Frailes, una avenida que asombra por sus fachadas y legado histórico.
Construida en el siglo XVI, esta calle funcionaba para unir a la villa de Valladolid con el pueblo de indios de Sisal (actualmente uno de los barrios más populares de la zona). Este tipo de calzadas eran conocidas como el Sacbe-Ob que significa “Camino Blanco”.
A pesar de ser una calle con menos de 500 metros de distancia, es sin duda, el punto más colorido y alegre de todo Valladolid. Aquí encontrarás tiendas, restaurantes, bares y muchos spot’s dignos de una buena selfie para Instagram.